La generación Z podrá haber crecido de la mano de la pésima situación socioeconómica que le tocó vivir. Sin embargo, en Andalucía si algo bueno tuvo formar parte de esta generación fue haber tenido la mejor infancia de todas. Gracias a Canal Sur y al añorado Canal 2 Andalucía fuimos niños criados por Juan y Medio y educados por La Banda al compás de una flauta dulce con olor a pan y aceite. Antes de poder tener nuestro propio DNI, nosotros ya teníamos un documento que reconocía una identidad de la que estar orgullosos: el carnet de La Banda. Muchos lo recuerdan como meros “dibujitos” que nos entretenían en las largas tardes sin colegio, pero, ¿qué fue realmente La Banda?
La televisión andaluza realizó en 1989 su primera emisión. En los primeros años, la institución se centró en buscar una identidad corporativa en el medio que reflejara la cultura andaluza, queriéndose diferenciar de las cadenas nacionales con las que convivía. Es en este afán por seguir su propio camino que saldría al aire por primera vez en 1994 un programa para niños que tendría mucho que decir en este aspecto: La Banda.
La Banda del Sur fue un programa contenedor que abarcaba una franja considerable del horario vespertino en la cadena, en el que los niños andaluces podían disfrutar de series de animación importadas de otros países, así como de interludios protagonizados por cinco presentadores que interactuaban directamente con la audiencia. Este proyecto fue una apuesta estudiada y no un mero fruto de la casualidad: se buscaba dotar a la televisión pública del carácter de servicio que se le suponía, aportando valores a la sociedad mediante la didáctica y el entretenimiento.
Sin embargo, la generación Z, que actualmente ronda los veinte años, conoció otra versión del programa: la Edad Dorada de La Banda.
En 2001 el programa sufrió un cambio radical, dejando atrás el distintivo “del Sur”. Renovó por completo su identidad visual, trasladando los colores a un plató que fue el epicentro de su actividad durante casi 10 años. Además, se sustituyó la plantilla de presentadores por cuatro jóvenes que cambiaron la manera de interactuar con la audiencia, y se sustituyeron los sketches actuados por presentaciones más naturales en las que el cuarteto derrochaba carisma y buena mano con los niños, a los que se dotó de un mayor protagonismo en el set.
El éxito del programa estuvo ligado en gran medida a su capacidad para encontrar talento joven y con carisma. Por La Banda desfilaron un abanico considerable de rostros, pero siempre con un denominador común: el entusiasmo y la capacidad de comunicar al grupo infantil. Así, aún a día de hoy gran parte de nuestra generación sería capaz de reconocer a Felipe, Tutti, Javi o María, por nombrar solo a unos pocos.
Fue tal el engagement de los niños con los presentadores que a día de hoy Felipe Delgadillo, el más longevo de todos, ahora subdirector del programa, es visto como una figura crucial en la identidad andaluza, al nivel de iconos como María del Monte o Juan y Medio. Una responsabilidad que, como así afirma, sigue llevando como medalla. “De algo de lo que estoy muy orgulloso es del cariño. Que a día de hoy me sigan escribiendo chavales de 30 años para darme las gracias por haber influido o marcado su infancia es algo que me pone los vellos de punta”, nos contaba el presentador.
Socios del club, miembros de la familia
Otra de las claves de la gran acogida del programa fue la existencia del Club La Banda. Esta iniciativa contaba con sus propias tarjetas de socio, que exhibían orgullosos miles de niños en los patios del colegio. El carnet de La Banda brindaba numerosas ventajas a los socios, tales como descuentos o la oportunidad de participar en secciones donde eran los protagonistas. Solicitarlo era todo un rito de iniciación que culminaba con la foto y su número de afiliado en el programa. Era así que se consolidaba la participación de los pequeños como una parte más de La Banda, colocándolos como protagonistas absolutos de una televisión de la que eran el centro.
Pero la participación de los miembros del “Club” no acababa aquí: en cada programa, los presentadores enseñaban a las cámaras las creaciones de los pequeños, muchas veces inspirados por las series o secciones del programa, que siempre animaban a los niños a “traspasar la pantalla” mediante el apartado de Correos 79 41920 en San Juan de Aznalfarache.
La máxima del programa “televisión de niños para niños” se sublimaba en los juegos que organizaban los presentadores en plató. Cada día, dos colegios, el equipo rojo y el equipo azul, se batían en duelo. Mediante sencillas yincanas los niños interiorizaban conceptos como el reciclaje o la alimentación sana mientras competían por premios. Además, en ocasiones se organizaban eventos en los que estos juegos se trasladaban al exterior, por ejemplo a la Reserva de Animales del Castillo de las Guardas o a Doñana, y aprovechaban para recalcar la importancia de los espacios protegidos y educar en un ecologismo pionero para la época.
A todo ello contribuía el contenido transmedia en el que el programa fue precursor. La experiencia de La Banda se ampliaba no solo con canciones o una página web, sino también con espectáculos de los presentadores por toda la geografía andaluza: desde conciertos a galas, el cuarteto estaba dispuesto a participar en cualquier evento infantil. Además, realizaban labores solidarias de todo tipo al tiempo que las publicitaban para inculcar en los jóvenes una fuerte conciencia social.
Por si no fuera suficiente, el programa en verano refinaba aún más el concepto, añadiendo a la ecuación los toboganes de los principales parques acuáticos de Andalucía. Este formato era idolatrado por los niños. que se agolpaban a las puertas del recinto deseosos de participar en las carreras de obstáculos, juegos de pelota o puzles que Felipe, Tutti y compañía presentaban con una frescura solo al alcance del programa.
“Para mí La Banda eran mis tardes en casa: la merienda me la comía viendo La Banda, me encantaban las series de animación de por la tarde, adoraba apoyar siempre al equipo rojo con mi hermano…” nos contó Marina, una de las niñas con suerte que participaron del programa en el plató. “Para mí La Banda es tan especial que no pienso que otro programa del estilo, nada que no sea igual, pueda aportar esa unión, esa energía”. Marina, ahora con 26 años, aún conserva el programa y a sus presentadores en un rinconcito de su corazón. “Les guardo muchísimo cariño. Me sigue haciendo mucha ilusión verlos, incluso en Navidad cuando salen en las cabalgatas.”
Mucho más que "dibujitos"
A la televisión autonómica andaluza cabe atribuir gran parte de los gustos actuales de una generación. Desde el programa apostaron especialmente por el anime japonés, que en aquella época no se prodigaba en la televisión analógica y que dejó una profunda impronta en el público de La Banda. La falta de competencia directa en el sector infantil llevó a una fidelidad indiscutible de los niños andaluces, que encontraban en sus diferentes series un punto de encuentro con su entorno a la vez que consumían contenidos adecuados para su edad.
Si hay algún símbolo que represente lo que significó la época de oro de La Banda para los niños andaluces, ese fue sin duda Bandolero (Josep Viciana, 2002). La serie, que paradójicamente fue producida por una productora catalana, se enorgullece de ser la primera serie animada doblada íntegramente en andaluz.
Su estreno, que coincidió con el día de Andalucía de 2002, constituyó una identidad panandalucista entre los niños de la región, que inconscientemente se apropiaron de muchos de los saberes populares andaluces de forma amena y adaptada a ellos. Los 52 capítulos de los que consta, divididos en dos temporadas, nos hicieron encariñarnos con el grupo de Bandolero: Toni, Tragabuche, Rosita y su perro Flaco. Un elenco de personajes que los niños andaluces adoptamos como parte de nuestro imaginario por el carisma que desprendían.
Personajes como Rosita nos inculcaron valores tan importantes como el feminismo cuando ni siquiera conocíamos esa palabra. Sin embargo, el personaje más icónico de la serie no fue otro que Tragabuche, que nos enseñó a tomarnos la vida con calma y con humor, y, sobre todo, a estar orgullosos de nuestras raíces por muchos estereotipos a los que estén ligadas.
El fin de una era
Desgraciadamente, el programa sufrió sobremanera con la irrupción en España de las cadenas temáticas. Con la entrada en vigor de la TDT, la cadena pública autonómica dedicada por completo a la educación del niño no pudo hacer la competencia a la programación 24/7 y a la compra de derechos de las principales series. Así, cayó en audiencia y, si bien es cierto que el programa sigue en emisión, perdió la potencia de antaño. En palabras de Felipe: “Para mí fue un bajón cuando nos quitaron el plató. Lo que más he valorado siempre es el tratar directamente con la audiencia, poder interactuar con los niños, que viniesen a la tele y flipasen al ver el set”. Un punto clave fue dejar de emitir Doraemon, ya que la serie arrastraba tal cantidad de audiencia que a partir de ahí, Canal Sur decidió destinar sus recursos a otros proyectos.
Pero la aventura de La Banda no acabó ahí. Actualmente, el programa sigue emitiéndose en Canal Sur los sábados y domingos con un nuevo formato. En la última sección del programa ahora son los niños quienes “hacen” La Banda, asumiendo los roles de presentador, cámara, sonidista, editor… Esta nueva “Banda en tu cole” alfabetiza a los peques en los nuevos medios, familiarizándolos con los formatos y herramientas de la televisión y propulsando su creatividad e imaginación mientras intenta dar continuidad al legado del programa.
La Banda supuso para muchos de los pequeños que pudimos disfrutarla la piedra angular de nuestra identidad en la niñez, una parte de nosotros sin la que no entenderíamos lo que somos hoy día. Al margen de configurar nuestro marco cultural, el programa fue capaz de convertir su audiencia en una familia unida por un fuerte sentimiento de pertenencia. Figuras como la de Felipe, Doraemon o Bandolero fueron referentes que paralelaron infancias, acercando a los niños de toda Andalucía a una identidad común basada en los valores y el amor a nuestra tierra.
Lectura nostálgica 🥺😭. ¡¡Me ha encantado!! 👏🏻