Semblanza de la soledad
- Ángel Montaner García
- 19 dic 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 dic 2022

¿Hasta qué punto elegimos la soledad? ¿Cómo podemos salir de ella? Estas son algunas cuestiones que nos plantea Solitude, el debut en el largometraje de la joven directora sevillana Margarita Morales. La cinta ha sido presentada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla dentro de la sección Panorama Andaluz, que recoge producciones dirigidas, producidas o ambientadas en nuestra tierra.
La egresada de la Universidad de Sevilla y licenciada en Fotografía Cinematográfica de la ESCAC dirige y coescribe el guion junto con Lola Botello, que también protagoniza la película. Botello da vida a Lola, una mujer de mediana edad que regresa a la casa de verano de su infancia. Frente a la rutina silenciosa aparecen vecinos, familiares y presencias que le harán querer reconectar con su pasado.
Morales sigue la línea del naturalismo cinematográfico de moda gracias a directores como Carla Simón (Alcarrás), referente para la joven cineasta. Esto se traduce en un primer acto de largos planos de la casa y sus alrededores, que se convierte en un personaje más a lo largo de la obra, respirando con sonidos ásperos y viejos.
El silencio copa la cinta, con un ritmo lento y confuso que distrae por completo, y hace que solo mantengamos la atención por el misterio alrededor de la protagonista. Rompiendo la documentada rutina monótona de Lola, la absoluta personificación de la soledad, aparecen diversos personajes que tratan de sacar una palabra o un gesto humano. Estas escenas, pensadas algunas como gags cómicos, no terminan de conectar con el espectador, que más que preguntarse, entiende que la protagonista no contesta a tan forzado diálogo.
Sin embargo, la familia vecina sí que aporta al desarrollo de la trama. El contraste entre la juventud de la pareja y la madurez solitaria de Lola hace que se remuevan sentimientos dentro de la protagonista y conozcamos más sobre ella, a través de las conversaciones de la pareja. A pesar de esto, el desarrollo narrativo se vuelve atropellado en el tramo final y no se juega con lo sobrenatural como parece indicar el ritmo inicial y las primeras apariciones de los vecinos.
Solitude gana cuando consigue crear momentos de intimidad que exponen el mundo interior de su protagonista. Con una sonrisa, un baile contemporáneo y un salvamento de cangrejos, el trabajo correcto de Botello da empaque sentimental a una cinta que no logra avanzar técnica y narrativamente. De hecho, esa empatía lograda a través de la música y el corazón del personaje se rompe al intentar enlazar de manera forzada con una metáfora acuática y un inusual final que recupera el espíritu tenebroso que había perdido la cinta.
En resumen, el retrato intimista y naturalista sobre la soledad de Morales se vuelve demasiado apático y áspero, dejando al espectador migajas emocionales que se pierden por la búsqueda, sin éxito en muchos casos, del preciosismo paisajístico y de un desarrollo narrativo disfuncional.
Lo mejor: los momentos de intimidad donde logramos acercarnos al alma de Lola.
Lo peor: la apatía naturalista a lento tempo y sus gags disfuncionales.
Nombre | Solitude | Guion | Margarita Morales y Lola Botello |
Año | 2022 | Fotografía | Margarita Morales |
Duración | 73 minutos | Intérpretes | Lola Botello, Nieve Castro, Raúl Martínez, Matilde Martínez, Jandro Martínez y Paula Casado |
Dirección | Margarita Morales | Producción | Lola Botello, The Blue House Films, Tierra Nuestra |
Música | Henry Purcell, Ana Chufa, Elena Córdoba, Lola Botello, Mariví Blasco, Juano Azagra, Javier Delgado, Rubén Díez | Producción ejecutiva | Juanma Sayalonga, Viva Todo Films |
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